Núria Masot escribió el libro «La Sombra del Templario» y sacó su primera edición en julio del 2004.
Su libro es una novela historica con varias «escenas» de misterio y deja varias interrogantes; además de aclarar otras sobre la orden de dichos «Templarios». Su narrativa es interesante y me mantuvo en atención cuando lo leí.
Asimismo, a pesar de la epoca en que se desarrolla esto (1265) es muy poco probable que se obtengan pruebas concretas, salvo hipotesis documentadas, deducidas o inventadas en alguna novela o libro como el que menciono arriba.
A continuación publicó otro interesante articulo, relacionado al tema, publicado por Ramiro Anzit Guerrero en la Revista Hermetica
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La ORDEN TEMPLARIA fue fundada en 1118 en Jerusalén por nueve caballeros franceses dirigidos por Hugo de Payens. Se denominaban «Los pobres Soldados de Cristo del Templo de Salomón», ya que, ante su pobreza, el patriarca de Jerusalén, Balduino I, les cedió como residencia una parte de su palacio, pegado a la mezquita de Al-Aqsa y encima de las ruinas del templo de Salomón, incluyendo las caballerizas, que aún hoy pueden ser contempladas por el visitante.
La razón aludida por los nueve caballeros en Jerusalén, para el establecimiento de la Orden en el Reino Latino, fue supuestamente la protección de los peregrinos a los Santos Lugares, en especial el camino Jaffa-Ramleh-Jerusalén: «se comprometieron a defender los peregrinos contra los ladrones y malhechores y a proteger los caminos y a servir de caballería al rey soberano».
En el año 1127 regresa Hugo de Payens y André de Montbard a Europa con el propósito de formalizar la Orden de acuerdo a las normas de la iglesia de Roma.
Efectivamente, le encargan a Bernardo de Claraval, reformador del Cister y sobrino de André de Montbard, esta tarea, obteniendo el definitivo espaldarazo de la Iglesia en el concilio de Troyes en el año 1128.
No entraremos a analizar los cambios económicos y sociológicos que produjo la Orden, sino que debemos destacar que en su estructura se produjo la integración de la caballería y el orden sacerdotal. También es necesario remarcar que si bien el Temple nació en Oriente es una creación original del Cristianismo de Occidente.
Originariamente la Regla era esencialmente monacal y copiada de la orden cisterciense, sus integrantes, monjes-soldados, estaban sometidos a votos de obediencia, castidad y pobreza, su ropa era el hábito cisterciense de color blanco con una capa del mismo color para los caballeros y el negro para los inferiores en rango, a su vez el Papa Eugenio III le concedió el uso de la cruz roja que lucían los profesos.
En el período en que la Orden Templaría funcionó tanto en Oriente como en Europa su trabajo interno fue el estudio de las religiones y tradiciones antiguas, y su principal tarea era obtener el conocimiento y la preservación de las enseñanzas del mundo antiguo. Sin duda fueron un punto de unidad entre los mundos Occidental y Oriental.
Nuestro propósito, no es el conocimiento de aspectos militares, socioculturales o económicos que dejó la Orden Templaría, sino la formación de una Escuela de Desarrollo Espiritual siguiendo la antigua tradición Templaría, a través del conocimiento de las Escuelas de los Misterios tanto de Occidente como de Oriente. Más que el estudio de los aspectos militares de la antigua actividad Templaría, nuestra labor se centra en el estudio de las tradiciones, escuelas iniciáticas y las religiones antiguas para poder descubrir los puntos de unión con las tradiciones perennes occidentales y orientales, tanto pasadas y actuales.
LAS CRUZADAS
Las Cruzadas fueron un movimiento que duró dos siglos, que oficialmente buscaba recuperar los Santos Lugares de manos de los ‘Infieles’ musulmanes y proteger a los cristianos de Oriente. Esta llamado a la lucha fue realizada por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont Ferrand (1095) y se efectuaron entre los siglos XI y XIII. Específicamente se puede determinar como fecha de inicio la toma de la ciudad de Jerusalén (1071) que se encontraba bajo dominio del Califato Fatimí de Egipto. La finalización de las Cruzadas ocurre con la toma de la ciudad de Acre (1291) por las fuerzas islámicas.
Estas campañas militares no fueron solo contra los musulmanes, sino por el contrario, contra cristianos disidentes como los Cátaros, las fuerzas de opositores políticos como Federico II, el ataque al imperio cristiano bizantino y los pueblos paganos de la zona del Mar Báltico. En cierta forma, los ejércitos cruzados fueron el brazo armado de la política papal.
En 1054 el Cristianismo sufre el cisma entre la Iglesia de Roma y la Iglesia Ortodoxa griega. Lo sorprendente es que el Papa Urbano convoca las Cruzadas con el argumento de la defensa que se debía hacer de los cristianos de Oriente (ortodoxos griegos, armenios, sirios, coptos, etc.), que peligraban ante la amenaza de los turcos Selyucidas, que ya dominaban parte de Asia Menor.
Desde los tiempos primitivos de la Iglesia cristiana, sus fieles visitaron sus santuarios en Palestina. Al producirse la conquista de ésta por los árabes (637), el Califa Omar permitió que los cristianos continuaran con sus prácticas, sin obstaculizar en ningún sentido la devoción de los peregrinos, conformándose sólo con la imposición del tributo (Yiziah) para las gentes del Libro (Ahlul Al Kitab) que habitan en territorio islámico.
Es de destacar la tradición islámica en la cual se relata que el califa Omar, sucesor de Muhammad, entró en Jerusalén montando con un compañero en un solo caballo, cuestión que en los relatos se describe como una situación que fue confusa para los ciudadanos de la Ciudad Santa, ya que no sabían a quien debían rendir pleitesía. Este hecho explica el significado del sello templario de dos caballeros en un solo caballo.
El único antecedente de agresión a los cristianos, se había observado cuando el Califa Fatimí Al Hakim, que era mentalmente insano para la ley islámica, destruyó una parte de las instalaciones del Santo Sepulcro (1010), que fue reconstruido por los mismos musulmanes, que luego asesinaron a Al Hakim.
En relación con el origen de las Cruzadas, Franco Cardini nos dice:
“Para unos, fue solamente la forma medieval de un inevitable conflicto armado entre Oriente y Occidente. Según otros, en las Cruzadas debe verse la reacción a la agresión musulmana contra Europa. Pero aquí la cronología no cuadra: en primer lugar, los musulmanes golpearon al mundo oriental mucho mas que al occidental; y, segundo, el impulso expansionista del Islam, muy fuerte entre los siglos VII y X, parecía agotado a finales del XI”.
Uno de los motivos principales para crear las Cruzadas eran las luchas intestinas entre los reyes europeos y las disputas religiosas. Finalmente, estas guerras fueron inevitables, ya que ante los desordenes y desviaciones de la Iglesia Católica Romana, el monje dominico Martín Lutero, escribe – en el año 1517 – sus ‘Noventa y Cinco Tesis’, en las cuales expone los errores de la Iglesia medieval, en relación a la Fe cristiana. Así se inician, las modernas guerras de religión dentro del seno del Cristianismo – entre católicos y protestantes – , que durarían siglos y desangrarían a toda la Europa.
Las cruzadas (1095-1270) debieron su nombre a la cruz que llevaban los soldados como distintivo en el pecho. Estas se sucedieron en número de ocho, cuatro a Palestina, dos a Egipto, una a Constantinopla y una al Norte de África.
Europa padecía hambrunas las cuales tuvieron en ocasiones prácticas de canibalismo, situación que desestabilizaba al poder político y religioso, debido a que muchas iglesias y monasterio con sus respectivas cosechas y crías de animales eran robadas y usurpadas. Esta cuestión se sumó al fervor religioso que dio el impulso necesario al pueblo para emprender la marcha a Tierra Santa. Consecuencia de lo anterior fue que la mayor parte de las personas que emprendían la marcha hacia Medio Oriente morían en el camino y muy pocos, los mejor preparados y alimentados, llegaban a destino para finalmente ser diezmados por los ejércitos Selyucidas.
La primer Cruzada (1095 – 1099) estuvo capitaneada por Pedro el Ermitaño; el núcleo central de esta cruzada fue otorgado a Godofredo de Bouillón.
Pedro el Ermitaño, oriundo de Amiens, fue el primero en arengar a favor de las Cruzadas dentro de los estamentos más bajos. Antes de ser un personaje religioso había sido soldado, a diferencia de los reclutados que eran principalmente campesinos sin instrucción militar.
Pedro llegó a Palestina donde colaboró con Godofredo de Bouillon en la toma de Jerusalén (1099), que fue realizada con un ejercito cristiano poderoso y formando en su mayoría por nobles y militares franceses, normandos, italianos, alemanes, valones y flamencos aunque se calcula que solo diez mil de los sesenta mil hombres que pelearon tenían el adecuado armamento.
Esta victoria fue posible por las disputas internas del mundo islámico. Por parte de los Selyucidas estaban dividido entre Irán, Alepo y Damasco tras la muerte del Sultán Malik (1092) y por otro lado el califato Fatimí del Cairo. Cuando el Islam se unió es notable ver el retroceso de los cruzados, gracias a figuras como Salah Ul Din (Saladino) y el Sultán Baibars.
La segunda cruzada fue predicada por Bernardo de Claraval y dirigida militarmente por Felipe IV de Francia y Conrado III, emperador de Alemania.
La tercera cruzada estuvo dirigida por tres reyes: Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra; Felipe Augusto, rey de Francia y Federico I Barba Roja, emperador de Alemania.
La cuarta cruzada fue organizada por los venecianos Contra la Constantinopla ortodoxa griega sede del Imperio Bizantino (1202 – 1204), con el objetivo de tomar el poder, para lo cual los propios cristianos asesinaron a sus hermanos y saquearon Constantinopla.
La Cruzada contra los Cataros (Puros) fue entre 1208 y 1224 en el sur de Francia. Los Cataros o Albigenses eran originarios del condado de Tolosa con influencia en Provenza y el Languedoc. Eran considerados por la Iglesia Católica Romana como herejes, ya que eran gnósticos y maniqueístas, creencias que afirman la existencia de un Dios del bien (predicado por Jesucristo en el nuevo testamento) que dominaba el plano espiritual y otro del Mal (Yaveh del antiguo testamento) que ejercía su poder en el plano material y estaba representado por la Iglesia Católica de la época que debía ser derrocada.
A su vez, creían en la reencarnación que dependería del estado espiritual de la persona, por lo tanto se podía volver como ser humano o animal dependiendo del estado evolutivo. Por lo anterior había que desprenderse de todos los bienes materiales y llevar una vida casta, ascética y pura. Se dividían en dos grados, los simples creyentes y los denominados ’Perfectos’ que habían pasado por el rito del bautismo del Espíritu Santo (Consolamentum).
El Papa Inocencio III designó a Simón de Montfort para realizar la cruzada contra los albigenses, que fueron aniquilados en sus fortalezas en Narbona, Montségur y Béziers en 1244 por la recién creada Inquisición.
La sexta cruzadas fueron realizadas por Andrés II de Hungría y Federico II de Alemania.
La séptima y octava cruzadas fueron organizadas y dirigidas por Luís, rey de Francia, que llegó hasta Chipre y bajó a Egipto, donde fue hecho prisionero. Al ser liberado, organizó la octava y última que dirigió en Túnez, donde murió debido a la peste.
En esta época el Islam venía del período del Califato Omeya (659-750), seguido del Abbasí (desde 750) y culminado en el Califato de Córdoba (929-1031), tres períodos de esplendor, mientras que en Europa Occidental imperaba una época de oscuridad cultural.
Esto demuestra la falta de conciencia que se tenia de la función científica y bienhechora para Occidente que habían tenido los aportes del Islam. En esa época, El Islam era una luz intelectual, trasmitiendo sus conocimientos tanto en geografía, óptica, arquitectura como en agricultura, medicina, filosofía, literatura, astronomía, náutica y el álgebra, entre otras. A su vez, el aporte de descubrimientos de otras regiones desconocidas como el sistema decimal traído de la India o el papel desde la China. Es de destacar que Europa conoció el pensamiento griego gracias a la labor de las bibliotecas islámicas de Toledo y Palermo.
En palabras de Muhammad Asad:
“Lo que los Árabes habían hecho no era solo resucitar la antigua ciencia griega, habían creado un mundo científico propio enteramente nuevo, desarrollando vías de investigación y filosofía hasta entonces desconocidas. Todo esto fue trasmitido al mundo occidental por diversos canales; y no fue exagerado decir que la era científica moderna en que vivimos actualmente no se inicio en las ciudades de la Europa cristiana, sino en los Centros de la Cultura islámica de Damasco, Baghdad, Cairo, Córdoba, Nishapur y Samarcanda”.
En la época de las Cruzadas el mundo islámico se debió enfrentar tanto a los cruzados europeos como a los bizantinos y mongoles. Los turcos Selyucidas dominaron desde 1038 hasta 1194, su estructura era de tipo persa y con una forma de gobierno militarizada con soldados de todas las regiones de Asia Menor.
El Vaticano finalmente ha destacado la riqueza del Islam y las posibilidades de diálogo, en el texto conciliar Nostra Aetate (Nuestra Época), elaborado en el Concilio Vaticano Segundo que sesionó entre 1963 y 1965 que se ha establecido como Doctrina oficial de la Iglesia Católica Apostólica Romana. En el mismo podemos leer:
“La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes su adoración al único Dios viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres y a cuyos ocultos decretos procuran someterse con toda el alma, como se sometió a Dios Abraham, de quien la fe islámica gusta hacer referencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a su Madre Virginal, María, y a veces también la invocan devotamente.
Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios recompensara a todos los hombres una vez que hayan resucitado. Aprecian, por tanto, la vida moral y honran a Dios, sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente una mutua comprensión y, actuando en común, defiendan y promuevan para todos los hombres la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad”.
LA MISION SECRETA DE LOS TEMPLARIOS
“A partir de ese momento necesitaban de una organización fuerte y poderosa, con la que cumplir su verdadero objetivo, que intuyo era la formación de un Nuevo Orden sobre la Tierra, bajo las más puras enseñanzas del Cristo Redentor. Un reinado ecuménico de paz y justicia”…”La trascendencia de la misión necesitó, sin duda, de la existencia de Hermanos iniciados y Hermanos profanos. Unos y otros servirían para cumplir el objetivo y la nueva cobertura de la Orden: Las Cruzadas”.
El Temple se funda en 1118 en Jerusalén, en 1127 gracias a la asistencia de San Bernardo de Claraval se organiza el Concilio de Troyes, se autoriza la fundación de la Orden del Temple y se le otorga sus sesenta y ocho reglas que regirán su vida publica por casi dos siglos hasta su disolución simbólica en 1307 por parte del papado, la quema de su Gran Maestre Jacques de Molay (18/03/1314) y su posterior paso a la clandestinidad y al trabajo en cubierto hasta la actualidad, labor que fue posible gracias a las reglas y fines secretos de la Orden.
El Temple fue acusado en varias ocasiones por otras órdenes cristianas, debido a su relación con los musulmanes, que tenía como origen la admiración y respeto ante un excelente adversario. Esto también se posibilito porque los templarios hablaban el árabe como lengua habitual y conocían perfectamente las creencias de estos.
Los denominados Turcoples eran contratados por la Orden como la fuerza de Infantería. No hay que olvidar que los templarios eran caballeros y por lo tanto carecían de nobles que cumplieran la vital función de los infantes, que son, en cualquier guerra, los que toman el objetivo. En un plano no tan difundido se relacionaron con las órdenes sufíes (Tariqah) y los intelectuales musulmanes que eran protegidos en sus monasterios (ribbats) por el Temple.
El jefe de los Turcoples era llamado Turcoplier y tenia como característica particular, que reportaba directamente al Gran Maestre del Temple o al Mariscal en la Batalla. Este no es un dato menor porque demuestra, que dentro de una estructura piramidal como era la Orden del Temple, los turcoples tenían privilegios al poder dirigirse directamente a la autoridad máxima que a su vez, era la única que podía ordenarles y sancionarlos.
Cada uno de los altos oficiales del Temple (Gran Maestre, Senescal, Mariscal y Comendador) tenía dentro de su estado mayor un funcionario turcople, aparte de un escriba árabe. El oficial turcople lo asesoraba y lo asistía en temas militares, políticos, culturales y cabe sospechar que compartían información que hacían las directivas de la Orden Interna y que habrían tenido un importante grado de ingerencia dentro de las decisiones que tomaban los dignatarios de la orden.
Cabe suponer que también participaban de la Orden Interna los sabios judíos de la Kabalah y de esa forma estarían juntos los tres credos monoteístas que derivan del mismo padre en común: Abraham.
Con el tiempo, los templarios que eran originarios de Francia se sintieron más cercanos a los musulmanes que eran sus vecinos habituales y que a su vez los influenciaron con sus creencias, cuestión que hizo alejarse al Temple de la ortodoxia de la Iglesia Católica.
Al llegar a Tierra Santa la célula inicial que formaría a los Pobres Caballeros de Cristo se dio cuenta de lo inútil de la Cruzada, ya que el Islam y el Cristianismo tenían los mismos valores. Por lo anterior es que los once hermanos templarios iniciales estuvieron nueve años viviendo en Tierra Santa, sin entrar en combate.
Es sorprendente que gran parte de los historiadores consideren que los ‘templarios’ eran denominados de esa forma, por el Templo de Salomón lugar que les habría dado el rey Balduino II de Jerusalén. El Templo de Salomón no existían desde el año 70, solo quedaban sus ruinas debido a la destrucción que había sufrido por las fuerzas del emperador romano Tito.
Siglos después sobre estas ruinas se había construido la Mezquita de Al Aqsa, que fue el lugar donde se albergaron los Templarios y al cual le deben su nombre y que a su vez le otorgaría el principio arquitectónico que utilizaron los Templarios en sus construcciones que es la forma de ocho, dibujo típico del arte islámico. Por lo anterior, los templarios se denominaban así por tener su base central en el ‘Templo de la Roca’ (Al Aqsa Masyid).
Desde hace siglos existe la creencia de que la misión de los Templarios era proteger al linaje de Cristo. Se trata acerca de la sangre del Hombre, de Jesús, llevada en su seno por María Magdalena en su periplo del exilio, luego de la aparente crucifixión, que termina en lo que hoy es Francia. De dicha estirpe devienen los Reyes Merovingios, descendientes del Rey David, como lo fue Jesús por parte de padre y madre. De estos Reyes descienden las casas europeas reinantes de Lorena, Augsburgo y Borbón.
Cuando se dieron las luchas civiles europeas, en los Siglos XVIII y XIX, hubo una serie de asesinatos de Príncipes portadores de esta estirpe. Algunos descendientes lograron emigrar, para salvar a sus hijos.
Entre los reyes que fueron educados por tutores Templarios, se encuentra Federico II Hohenstaufen (1194 – 1250). Este emperador alemán fue monarca del Sacro imperio Romano Germánico, Alemania, Sicilia y Jerusalén. Hijo de Enrique VI y la emperatriz Constanza, a la muerte de su padre cuando tenia tres años lo lleva su madre a vivir al reino de Sicilia, ya que ella era la heredera del reino normando, donde muere la emperatriz un año después.
Debido a su educación liberal y tolerante en Palermo, donde había una mezcla entre cultura árabe y bizantina, a diferencia de los reyes del norte de Europa que debían seguir una estricta enseñanza católica, fue alternativamente enemigo del Papado y defensor de la Cristiandad, cuestión que le costo ser excomulgado dos veces. Aunque organizó la sexta Cruzada, fue el que entregó por medio de un acuerdo la ciudad de Jerusalén al Sultán de Egipto Malik Al Qamil. Hablaba el latín, griego y árabe a la perfección mientras que tenia dificultades con el francés y el alemán, a la vez que utilizaba ropa islámica en su Corte real donde había sabios de todas las creencias, mientras que su guardia personal era en su totalidad formada por musulmanes.
Piers Paul Read, nos dice sobre el tema:
“El trato indulgente de Federico para con los musulmanes de su reino escandalizaba a algunos de sus contemporáneos católicos, pero casi con toda seguridad provenía tanto de consideraciones practicas como ideológicas: los Templarios de España, por ejemplo, les permitían a los musulmanes practicar su religión en las posesiones templarías como un incentivo para mantenerlos en el lugar”.
Su espíritu profundamente Templario, buscaba unificar en su persona la corona de toda Europa. Juan Atienza afirma que a través de una negociación secreta (1228) las Ordenes Templaría, Hospitalaria, Teutónica, Hassasin y otras habrían investido a Federico II como Imperator Mundi (Rey del Mundo), luego de lo cual se lo coronó como rey de Jerusalén (1229).
Otro dato de trascendencia es la conexión Catara. Muchos hermanos templarios de oficios y sargentos habían escapado a la Cruzada contra los Cataros. Ellos también llevaron sus doctrinas a Medio Oriente y principalmente al seno del Temple.
Los Cataros no creían en la divinidad de Cristo, sino por el contrario, que era un Profeta elevado (similitud con el Islam) que había venido al mundo para enseñar un camino espiritual de pureza. La Cruz era un objeto que rechazaban al considerar que Jesús no había muerte de esa forma. Hacían que sus discípulos negaran la Cruz y con ella al símbolo de Cristo, para adoptar y seguir a la figura de Jesús. Otra coincidencia con el Islam y el evangelio apócrifo de San Bernabé.
En el juicio al Temple se comprueba que estos rechazaban el símbolo de la Cruz. Ellos creían que Jesús no había muerte crucificado y que incluso, esta creencia se constituía en una blasfemia.
Los Templarios consideraban que la Cruz simbolizaba al hombre (microcosmos), la cruz templaría representaba a los cuatro elementos, que eran los que supuestamente habían figurado como inscripción en la Cruz de Cristo ‘I.N.R.I.’ que se interpreto históricamente como ‘Jesús Rey de los Judíos’ pero que su significado real era: Iesbeschah (Tierra), Nour (Fuego), Ruah (Aire) y Iammin (Agua). Con este sentido, el Temple no estaba contra la Cruz sino contra la imagen del Dios crucificado.
En el juicio al Temple, el caballero templario Gaucerant confesó la adoración de un imagen que describió como ‘in figuram baffometi’ término que parece ser era de uso habitual entre los Templarios.
El famoso ídolo, descrito como una cabeza barbada, denominada ‘Baphomet’ que fue una de las causas en contra del Temple que se presento en el juicio contra la Orden, era una deformación en dialecto occitano de la palabra francesa ‘Mahomet’ o sea Mahoma. Esto demostraría que los superiores Templarios respetaban al profeta Muhammad, en su círculo mas intimo.
Algunos autores discrepan con este criterio, porque consideran al Islam clásico o Sunni, que no acepta el culto de los ídolos (Shirk). Esto se debe a que obvian el hecho de que los Hassasin eran musulmanes ‘Sui Generis’ de la misma forma que los Cataros y Templarios en el Cristianismo.
Otra interpretación podría estar en la deformación del titulo árabe de ‘Abu fi hamat’ o Padre de la Sabiduría como se designaba a los Maestros sufíes, sabios islámicos que estuvieron en estrecho contacto con los caballeros templarios.
Entre las causas que fundaron el rey Felipe el Hermoso y el Papa Clemente V, para el exterminio del Temple, estaba la que reconocía que los Templarios tenían una regla secreta que solo estaba reservada a las más altas autoridades y que difería profundamente de la regla que había establecido el Papado.
El 1 de Diciembre de 1145, cae la ciudad de Edesa en manos islámicas. El Papa Eugenio III convoca a todas las fuerzas cristianas a una tercer Cruzada, que será dirigida por Luís VII de Francia.
Esta Cruzada termina en fracaso al que le sigue la expedición a Damasco, entre otras causas es por las intrigas y luchas internas entre el rey Balduino III de Jerusalén con su madre la reina Melisenda, protegida del Temple a lo que se sumo la disputa entre el rey Luís VII y su mujer Leonor de Aquitania. La culpa de la perdida de Damasco, es echada al Temple al que se lo acusa de haber conspirado con los sultanes Nur Al Din y Unur.
En palabras de Fernando Díez Celaya:
“En Tierra Santa los templarios no solo encuentran al infiel contra el que combatir, sino un marco adecuado para entrar en contacto con las doctrinas y filosofías propias de las civilizaciones de Asia Menor y Oriente. Así ocurre, en efecto, a decir de muchos autores, que suponen a los caballeros del Temple un conocimiento y una hermandad deliberada con sufíes y más tarde cabalistas e incluso con ashashins. Esta teoría, que se basa en un sincretismo entre las religiones monoteístas fundamentales y sus respectivas tradiciones esotéricas – en las que coinciden el fondo – hace sospechar a muchos, que los acusan de haberse contaminado, de seguir conductas permisivas con la religión de los infieles, precisamente con todo lo que están llamados a erradicar”.
En base a los relatos de Esquiu de Floryan y de Otto de Blasien, el ministro real Guillermo Nogaret, trama la detención de los caballeros Templarios de Francia.
El último Gran Maestre del Temple, es quemado vivo junto a otros caballeros, en presencia del rey y del Papa. Antes de morir grita al rey Felipe que él y su vasallo (el Papa Clemente) estarían junto a Molay antes del transcurso de un año en presencia del Tribunal Divino. Esta maldición se cumple y en menos de un año desde la muerte del último Gran Maestre, muere Felipe IV el Hermoso y el Papa Clemente V.
Los descendientes directos de Felipe mueren en el transcurso de catorce años, y así queda la línea directa de la familia Capeto extinguida. El último de los reyes con esta sangre morirá como consecuencia de la Revolución de 1789, su nombre era Luís XVI.
Hecho lleno de significados es que la familia real de Luís XVI es confinada en la Torre del Temple en Paris, desde donde es transportado el rey para ser guillotinado. Cuando se cumple la sentencia los relatos nos cuentan que un albañil, macon en francés, salió de entre la muchedumbre, tomó con sus manos sangre de Luís XVI y dirigiéndose al pueblo dijo: “Jacques de Molay ha sido vengado”.
Para finalizar la real misión del temple, se puede concluir con Martin Walter:
“¿Cuáles fueron los fines de aquella Orden…? Evidentemente fueron más allá de su papel de monjes-soldados, y lo hicieron precisamente porque no deseaban ventilar las diferencias de credos y concepciones filosóficas en los campos de batalla, aunque fueran excelentes guerreros. El contacto con otras culturas, tal vez mas estrecho de lo que se cree generalmente, les hizo reparar en que existen mas cosas que unen a los hombres que los separan… Quijotes de Cristo por desmesurado de sus sueños, persiguieron un imposible como fin ultimo de sus actividades, la revitalización del concepto de Imperio: un Occidente y un Oriente Islámico, integrados por una federación de Estados autónomos, bajo la dirección de dos jefes supremos, uno de los asuntos políticos y otro para los espirituales”… “El Temple defendió la reconciliación de las grandes religiones (¿tal vez buscaba alcanzar una especie de sincretismo?) abogando por la creación de un doble Consejo de Estados y de Iglesias (mas bien de diversas confesiones). Y ellos serian los garantes del proceso, la menos en su fase de transición, oponiéndose a los abusos de los poderes políticos y económicos”…”Lo que el rey (Felipe IV de Francia) y un Papa (Clemente V) se esforzaron en enterrar bajo las cenizas de las hogueras –llega a afirmar el investigador y esoterista Saint Yves- era la posibilidad de una revolución política y el plan, todavía en germen, de una reforma religiosa y social”.
CONCLUSIONES
Los Templarios llegaron a combatir, en Tierra Santa, contra otras ordenes cristianas, en cierta forma porque ellos buscaban el dialogo con el Islam, a diferencia de otras ordenes que no habían nacido como ellos en Medio Oriente y no estaban acostumbrados al trato y a las costumbres de los nativos.
Es así como vemos porque estas dos Tradiciones se alejan del Islam y del Cristianismo clásicos respectivamente. Buscaban un fin superior que era a través de esta unión, preparar el terreno para el tiempo de la Parusia en el cual Jesucristo, reconocido como Mesías por las dos creencias, gobernaría un mundo en común que adoraría al mismo y único Dios. Por esto fueron sacrificados los templarios, sufriendo toda clase de insultos, torturas y calumnias.
La unión fraternal entre Cristianismo (Cruz Solar) e Islam (Media Luna), o sea un Crislam que unirá las dos Tradiciones monoteístas más fuertes de la tierra. A su vez, nos encontramos con otro fin en común entre los Hassasin y los Templarios, defender los linajes sagrados para que puedan gobernar tanto el Oriente como el Occidente permitiendo que el mundo sea una gran fraternidad.
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